por la Dra. Nina Birnbaum, directora médica regional de Blue Shield of California
Los beneficios de la atención primaria son innegables. En esencia, la atención primaria consiste en conocer a los pacientes (su salud, sus antecedentes familiares, los factores socioeconómicos que los afectan) y mantener esos vínculos a largo plazo a fin de que los médicos y otros profesionales puedan ofrecerles la mejor atención en cualquier etapa de sus vidas.
Ya sean médicos, enfermeras o asistentes médicos, los doctores de atención primaria realizan exámenes rutinarios preventivos, tratan enfermedades, diagnostican enfermedades crónicas, apoyan los cuidados paliativos terminales, evalúan la salud mental de los pacientes y su interacción con la salud física, y mucho más. La atención variada y a largo plazo que ofrecemos nos hace conocer y entender realmente a nuestros pacientes como personas, no como solo pacientes.
Sin embargo, una de cada tres personas no se atiende con un médico de atención primaria.
Pueden optar por una visita de urgencia si no están seguros de qué hacer ante un problema de salud. O bien pensar que las sensaciones de tristeza y depresión son irrelevantes para los médicos de cabecera. Es posible que acudan a la sala de emergencias si creen que es un problema grave.
Las razones por las que los pacientes no se atienden con los médicos de cabecera son personales, pero se reducen a una sola: aún no han experimentado el valor de la atención primaria o no saben que tener a una persona que actúa como una especie de centro coordinador puede marcar una diferencia significativa para su salud y la forma en que reciben la atención.
Es hora de cambiarlo.
Un centro coordinador de la atención: cómo funciona
Como médicos de atención primaria, actuamos como hilo conductor en todo el proceso de salud de nuestros pacientes, lo que repercute positivamente en todos los problemas, enfermedades y tipos de atención que encontrarán a lo largo de sus vidas.
Coordinamos con los especialistas de nuestros pacientes, cuya función consiste en conocer a fondo las enfermedades y saber cuál es el mejor tratamiento, más que en conocer bien a cada persona. Dialogamos y compartimos notas importantes con otros médicos, asegurándonos de que todos los profesionales que participan en la atención de nuestro paciente estén informados de las novedades o progresos de otras visitas. Nuestra responsabilidad como médicos de atención primaria es unir las piezas y monitorear el cuadro completo.
Digamos que una paciente lleva 10 días resfriada, tiene fiebre y empieza a sentir dolor en un costado de la cara. Probó todos los descongestionantes en vano y decide ir a la sala de emergencias para que le den antibióticos. Entra y sale en cinco minutos con la receta.
Alternativamente, si acude a su médico de atención primaria, este puede recetarle antibióticos, pero también le controlará la presión sanguínea y puede que esté alta. Le pregunta si suele tener la presión alta cuando va al médico y la paciente responde que no. Le pregunta si tiene antecedentes familiares de hipertensión o enfermedades cardíacas y dice que su madre sufrió un infarto a los 50 años. A continuación, el médico le recomienda un monitor de presión para medirla en su casa y que regrese en dos semanas para controlar el resfrío y su presión sanguínea, teniendo en cuenta tanto la visión a corto como a largo plazo de la salud de la paciente.
La atención primaria no consiste solo en resolver un problema, sino en atender al paciente en el contexto de todo lo demás. Así es como brindamos cuidados personalizados a largo plazo, ayudando a los pacientes a optimizar su salud y bienestar a fin de que puedan tomar decisiones sobre su salud que sean consistentes con sus valores.
Ampliar el acceso a la atención permanente
Más allá de desconocer o no entender el valor de la atención primaria, el acceso a una atención de calidad es otro obstáculo importante al que se enfrentan muchas personas y poblaciones.
Actualmente faltan médicos de atención primaria, con un déficit previsto de entre 17,800 y 48,000 médicos de cabecera para 2034, lo que significa que ya no tenemos suficientes médicos para cubrir las necesidades de los pacientes, y la situación puede empeorar. Mientras tanto, muchas personas postergan la visita regular a un médico de atención primaria por motivos económicos, malas experiencias previas o falta de tiempo y recursos para acudir a un control.
Es en este sentido que la atención virtual puede ayudar. Los habitantes de zonas rurales que antes tenían que conducir horas para ver a un médico o los padres que no tienen tiempo para una cita entre el trabajo y los horarios de sus hijos pueden ahora acceder a la atención que necesitan, de forma rápida y conveniente, gracias a diversas ofertas de telesalud.
Ampliar el acceso a la atención de la salud también brinda a las personas la oportunidad de encontrar un médico de atención primaria con el que puedan conectar a nivel humano. Las visitas virtuales permiten a los pacientes comparar más fácilmente a varios médicos hasta encontrar uno con el que se sienten cómodos, lo que es clave para los resultados positivos a largo plazo. La base de una atención primaria de calidad requiere un fuerte vínculo entre el paciente y el médico, sobre todo sabiendo que, con el tiempo, todos nos enfrentaremos a decisiones difíciles sobre nuestra salud y nos beneficiaremos de tener un copiloto en quien confiar.
Conforme sigamos aumentando el acceso y mejorando la información sobre los beneficios de la atención primaria para las personas a lo largo de su vida, soy optimista y creo que avanzaremos hacia unos resultados de salud equitativos y crearemos experiencias más positivas.
La Dra. Nina Birnbaum es directora médica de Aceleración de la Innovación en Blue Shield of California y lleva más de dos años en la empresa. Nina y su equipo lanzaron recientemente Virtual Blue, el primer plan PPO (siglas en inglés de Organización de proveedores preferidos) que prioriza la atención virtual y permite a los miembros elegir su red de médicos y especialistas a los que pueden consultar virtualmente o en persona, sin necesidad de derivaciones.