Tengo un recuerdo muy claro de toda mi familia acudiendo a la escuela primaria pública de Sacramento para vacunarnos contra la poliomielitis. En ese entonces, la vacuna estaba disponible en forma oral, y acepté con orgullo el cubito de azúcar que terminaría por erradicar la enfermedad en Estados Unidos. Las familias lloraban de alivio al saber que sus hijos no quedarían lisiados ni morirían.
Hay varias razones por las que este recuerdo es imborrable.
- Al ser una enfermedad que afecta principalmente a los niños, la poliomielitis asustaba a mis padres y a los padres de mis amigos. Frecuentemente se producían brotes de la enfermedad en todo el país. Y todos los años, miles de niños eran colocados en pulmones de acero, quedaban paralíticos o morían.
- Nunca olvidaré la sensación de orgullo colectivo entre el grupo que esperaba recibir sus vacunas. Estábamos participando en un momento histórico hecho posible gracias a nuestro héroe médico, el Dr. Jonas Salk.
- ¿A qué niño no le encanta la idea de comer azúcar puro?
Mis padres estaban felices de que mi hermana y yo estuviéramos protegidas contra los devastadores efectos de la poliomielitis. Entendían que la vacuna tenía un pequeño riesgo, pero que las probabilidades de sufrir horriblemente si contraíamos la enfermedad eran mucho más altas. La vacuna les quitaría un peso de encima, al igual que a nosotras.
La poliomielitis se erradicó en Estados Unidos en 1979. Ocasionalmente, las personas no vacunadas pueden contraer la enfermedad, pero las imágenes de pulmones de acero parecen ahora una historia de ciencia ficción, aunque fueron muy reales.
Por eso, cuando la gente me pregunta por las vacunas obligatorias de sus hijos para poder ir a la escuela, les digo sin dudarlo que pueden salvarles la vida. También siempre les recomiendo que expliquen a sus hijos por qué necesitamos las vacunas, a fin de que se sientan como los pequeños superhéroes que son al ir a la escuela con una mochila y unas curitas nuevas. Así es como me sentí yo.
Un comentario que oigo con frecuencia es que, debido a que muchos niños están vacunados “ya no necesito vacunar a mis hijos”. O “no es una enfermedad grave, no pasa nada si mis hijos se contagian”.
Esto ignora el hecho de que hay niños en nuestras comunidades que no pueden vacunarse por razones médicas. Estos niños vulnerables necesitan que todos los demás niños se vacunen. Es importante recordar que estamos juntos en esta situación.
¿Qué vacunas necesitan mis hijos?
El Departamento de Salud Pública de California tiene información sobre las vacunas que los niños necesitan para poder asistir a la escuela aquí.
Aún está a tiempo de empezar
Los requisitos de vacunación incluyen varias dosis aplicadas en diferentes momentos. Nunca es tarde para empezar a vacunar a sus hijos. Sus hijos aún pueden asistir a la escuela si están poniéndolos al día con las vacunas, siempre que no les corresponda una dosis en ese momento.
Comuníquese con el pediatra para hablar sobre el programa de vacunación recomendado y aclarar cualquier duda que pueda tener. Los controles médicos periódicos (en inglés, well-child) son un buen momento para vacunarlos, o puede preguntar en el consultorio de su pediatra por las clínicas de vacunación.
Blue Shield of California cubre el 100% de las vacunas preventivas aplicadas por los proveedores de la red. Puede obtener más información aquí.